Una obra de Juan Mayorga. COMPAÑÍA: La loca de la casa
Del 9 de abril al 4 de mayo de 2014 de 2014
LUGAR: Sala Dos del Teatro Fernán Gómez DURACIÓN: 80 min.
La lengua en pedazos es un combate entre un guardián de la
Iglesia y una monja desobediente llamada Teresa de Jesús. La pelea tiene lugar
en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios. Basado en el El
libro de la Vida de Teresa de Jesús.
Premio nacional de literatura dramática 2013
Mujer contemplativa y mujer de acción, no hay en Teresa
brecha entre la visionaria y la fundadora de monasterios. En Teresa la oración
es acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor.
Y ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en
crisis instituciones y divide sociedades.
Teresa se nos aparece como personaje a contracorriente,
intempestivo en su propio tiempo y en el nuestro. Por eso mismo es Teresa
necesaria. Su interés ¿hace falta decirlo? No depende de la creencia. Como Francisco
Brines sobre Juan de la Cruz, pienso sobre Teresa que un ateo, aunque no crea
en su mística, puede sentirse fascinado por el ser humano que se apoya en ella.
Y puede y debe sentirse interpelado por ese ser humano al fin, y siempre será
menos importante lo que nosotros podamos decir sobre Teresa que lo que Teresa
pueda decir sobre nosotros.(Juan Mayorga)
Ficha artística
Autor y director - Juan Mayorga -
Basado en el Libro de la Vida de Teresa de Jesús
Intérpretes - Clara Sanchis y Daniel Albaladejo
Escenografía y Vestuario - Alejandro Andújar
Iluminación - Miguel Ángel Camacho
Espacio Sonoro - Jesús Rueda
Diseño de Producción - Ana Belén Santiago
Cartel - Emilio Torné
Fotografías - Sergio Parra
Cello - Tomás Garrido
Grabación Musical - Tomás Virgós
Ayudante de dirección - Laura Puges
Dirección Técnica - Amalia Portes
La lengua en pedazos es un combate entre un guardián de la
Iglesia y una monja desobediente llamada Teresa de Jesús. La pelea tiene lugar
en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios.
Este proyecto arrancó a partir de la natural tentación del
autor dramático –en este caso, Juan Mayorga- de ver a sus personajes y su
historia cobrar vida más allá del papel; convertirse en carne y hueso ante él;
y también por él, bajo su batuta. La lengua en pedazos supuso para él el texto
más inspirador de cuantos había escrito para convertir en realidad esta idea.
Además se convirtió en el primer montaje que Juan Mayorga ha dirigido con gran
éxito de público y crítica.
“La singularidad es subversiva”, decía Edmond Jabès.
Recuerdo esas palabras cada vez que pienso en Teresa de Jesús. Nos han
acostumbrado a verla como centinela de un cierto orden, pero basta abrir sus
escritos y recordar el modo en que levantó sus fundaciones para reconocer en
ella a una insurrecta.
Teresa, un cuerpo frágil y una voluntad férrea, es un
personaje tan fascinante y complejo como el mundo en que vivió. La España del
XVI fue rica en hombres y mujeres capaces de empresas que hoy nos producen
vértigo. Mas en esa misma España se llamaba “perro” al converso, como lo era el
abuelo de Teresa, y resultaba sospechosa una mujer que escribía -y más si
escribía con la imaginación y la inteligencia de Teresa.
Mujer contemplativa y mujer de acción, no hay en Teresa
brecha entre la visionaria y la fundadora de monasterios. En Teresa la oración es
acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor. Y
ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en
crisis instituciones y divide sociedades.
Teresa se nos aparece como personaje a contracorriente,
intempestivo en su propio tiempo y en el nuestro. Por eso mismo es Teresa
necesaria. Su interés - ¿hace falta decirlo?- no depende de la creencia. Como Francisco
Brines sobre Juan de la Cruz, pienso sobre Teresa que un ateo, aunque no crea
en su mística, puede sentirse fascinado por el ser humano que se apoya en ella.
Y puede y debe sentirse interpelado por ese ser humano –al fin siempre será menos
importante lo que nosotros podamos decir sobre Teresa que lo que Teresa puede
decir sobre nosotros-.
En todo caso, para dejarse arrastrar hacia Teresa es
suficiente leerla y advertir lo mucho que le debe nuestra lengua y, por tanto,
lo mucho que le adeuda nuestra experiencia del mundo. Sólo nuestros mayores
poetas han sometido a tan extrema tensión la lengua castellana, sólo ellos han
abierto para nosotros territorios como los que conquistó aquella mujer dueña de
una palabra igual de poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando
habla de las gentes.
Entonces apareció, en mi fantasía, el Inquisidor. Que fue
creciendo hasta convertirse en el otro de Teresa, su doble: aquél con quien ella
estaba a destinada a encontrarse y a medirse. El Inquisidor acorrala a la monja
con incómodas preguntas, la enfrenta a momentos de su vida que acaso ella
querría olvidar y prende en su corazón la duda, que, como todo en Teresa, es un
incendio. Y poco a poco, en el diálogo entre ambos personajes va apareciendo un
tercero: la lengua misma, que transforma vidas y hace y deshace mundos.
La lengua en pedazos es el primero de mis textos que me he
atrevido también a dirigir. No lo hubiera hecho de no haber contado con un
equipo excepcional y, sobre todo, con la complicidad de dos actores magníficos.
Juntos hemos hecho compañía. La
llamamos La loca de la casa, que es como Teresa llamaba a la imaginación.
Entre todos hemos levantado La lengua en pedazos: un
combate entre un guardián de la Iglesia y una monja desobediente. La pelea
tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios. Juan Mayorga
Publicado por Estrella Savirón, ABRIL 2014.