jueves, 10 de abril de 2014

LA LENGUA EN PEDAZOS

La lengua en pedazosEl Teatro Fernán Gómez presenta 
LA LENGUA EN PEDAZOS. 
Una obra de Juan Mayorga. COMPAÑÍA: La loca de la casa

Del 9 de abril al 4 de mayo de 2014 de 2014
LUGAR: Sala Dos del Teatro Fernán Gómez DURACIÓN: 80 min.

La lengua en pedazos es un combate entre un guardián de la Iglesia y una monja desobediente llamada Teresa de Jesús. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios. Basado en el El libro de la Vida de Teresa de Jesús.

Premio nacional de literatura dramática 2013

Mujer contemplativa y mujer de acción, no hay en Teresa brecha entre la visionaria y la fundadora de monasterios. En Teresa la oración es acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor. Y ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en crisis instituciones y divide sociedades.


Teresa se nos aparece como personaje a contracorriente, intempestivo en su propio tiempo y en el nuestro. Por eso mismo es Teresa necesaria. Su interés ¿hace falta decirlo? No depende de la creencia. Como Francisco Brines sobre Juan de la Cruz, pienso sobre Teresa que un ateo, aunque no crea en su mística, puede sentirse fascinado por el ser humano que se apoya en ella. Y puede y debe sentirse interpelado por ese ser humano al fin, y siempre será menos importante lo que nosotros podamos decir sobre Teresa que lo que Teresa pueda decir sobre nosotros.(Juan Mayorga)

Ficha artística

Autor y director - Juan Mayorga  -  Basado en el Libro de la Vida de Teresa de Jesús
Intérpretes - Clara Sanchis y Daniel Albaladejo
Escenografía y Vestuario - Alejandro Andújar
Iluminación - Miguel Ángel Camacho
Espacio Sonoro - Jesús Rueda
Diseño de Producción - Ana Belén Santiago
Cartel - Emilio Torné
Fotografías - Sergio Parra
Cello - Tomás Garrido
Grabación Musical - Tomás Virgós
Ayudante de dirección - Laura Puges
Dirección Técnica - Amalia Portes


La lengua en pedazos es un combate entre un guardián de la Iglesia y una monja desobediente llamada Teresa de Jesús. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios.

Este proyecto arrancó a partir de la natural tentación del autor dramático –en este caso, Juan Mayorga- de ver a sus personajes y su historia cobrar vida más allá del papel; convertirse en carne y hueso ante él; y también por él, bajo su batuta. La lengua en pedazos supuso para él el texto más inspirador de cuantos había escrito para convertir en realidad esta idea. Además se convirtió en el primer montaje que Juan Mayorga ha dirigido con gran éxito de público y crítica.

¿Por qué?  Espiritualidad y subversión


“La singularidad es subversiva”, decía Edmond Jabès. Recuerdo esas palabras cada vez que pienso en Teresa de Jesús. Nos han acostumbrado a verla como centinela de un cierto orden, pero basta abrir sus escritos y recordar el modo en que levantó sus fundaciones para reconocer en ella a una insurrecta.

Teresa, un cuerpo frágil y una voluntad férrea, es un personaje tan fascinante y complejo como el mundo en que vivió. La España del XVI fue rica en hombres y mujeres capaces de empresas que hoy nos producen vértigo. Mas en esa misma España se llamaba “perro” al converso, como lo era el abuelo de Teresa, y resultaba sospechosa una mujer que escribía -y más si escribía con la imaginación y la inteligencia de Teresa.

Mujer contemplativa y mujer de acción, no hay en Teresa brecha entre la visionaria y la fundadora de monasterios. En Teresa la oración es acción, y cada acto es un modo de orar. Ambos están atravesados por el amor. Y ese amor hace de Teresa una subversiva que desestabiliza espíritus, pone en crisis instituciones y divide sociedades.

Teresa se nos aparece como personaje a contracorriente, intempestivo en su propio tiempo y en el nuestro. Por eso mismo es Teresa necesaria. Su interés - ¿hace falta decirlo?- no depende de la creencia. Como Francisco Brines sobre Juan de la Cruz, pienso sobre Teresa que un ateo, aunque no crea en su mística, puede sentirse fascinado por el ser humano que se apoya en ella. Y puede y debe sentirse interpelado por ese ser humano –al fin siempre será menos importante lo que nosotros podamos decir sobre Teresa que lo que Teresa puede decir sobre nosotros-.

En todo caso, para dejarse arrastrar hacia Teresa es suficiente leerla y advertir lo mucho que le debe nuestra lengua y, por tanto, lo mucho que le adeuda nuestra experiencia del mundo. Sólo nuestros mayores poetas han sometido a tan extrema tensión la lengua castellana, sólo ellos han abierto para nosotros territorios como los que conquistó aquella mujer dueña de una palabra igual de poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando habla de las gentes.

Ganar para el teatro esa palabra y el personaje que la acuñó fue mi primer objetivo en La lengua en pedazos. Me propuse arraigar palabra y personaje en una situación ficticia pero verosímil en cuyo centro estuviese la grave decisión tomada por la todavía monja de la Encarnación de abrir, con gran riesgo para si y para las que la seguían, el monasterio de San José: la primera de sus fundaciones. 

Entonces apareció, en mi fantasía, el Inquisidor. Que fue creciendo hasta convertirse en el otro de Teresa, su doble: aquél con quien ella estaba a destinada a encontrarse y a medirse. El Inquisidor acorrala a la monja con incómodas preguntas, la enfrenta a momentos de su vida que acaso ella querría olvidar y prende en su corazón la duda, que, como todo en Teresa, es un incendio. Y poco a poco, en el diálogo entre ambos personajes va apareciendo un tercero: la lengua misma, que transforma vidas y hace y deshace mundos.

La lengua en pedazos es el primero de mis textos que me he atrevido también a dirigir. No lo hubiera hecho de no haber contado con un equipo excepcional y, sobre todo, con la complicidad de dos actores magníficos. Juntos hemos hecho compañía. La llamamos La loca de la casa, que es como Teresa llamaba a la imaginación.

Entre todos hemos levantado La lengua en pedazos: un combate entre un guardián de la Iglesia y una monja desobediente. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios.  Juan Mayorga




Fotos:  © Estrella Savirón  para Agolpedeefecto. 

Publicado por Estrella Savirón, ABRIL 2014.
Agolpedeefecto. Con la tecnología de Blogger.